Fiscalía tomada por mafias disfrazadas de legalidad

El Callao en plena lucha contra la delincuencia, mientras que el Ministerio Público está en crisis. Pero no por falta de fiscales ni de presupuesto. Está en crisis porque quien debería defender la justicia, hoy pelea por el sillón con uñas y dientes.

Esta semana vimos un espectáculo vergonzoso: Delia Espinoza, fiscal interina, se atrinchera en su cargo, negándose a dejar el puesto como si la Fiscalía fuera de su propiedad.


¿Con qué cara? Con la cara del aparato caviar que hoy sale con todo a blindarla.

Y lo más grave: usan argumentos que no usaron cuando botaron a Benavides.
Entonces no dijeron nada. Aplaudieron. Celebraron. Ahora que quieren sacar a una de las suyas, se rasgan las vestiduras hablando de “legalidad”.

¿Dónde se ha visto que la justicia funcione así, según el color político del fiscal?

Esto se trata de una institución completamente tomada por intereses, favores y venganzas. Una Fiscalía secuestrada por redes políticas que se protegen entre ellas, mientras el crimen en la calle hace fiesta.

Porque mientras en provincias no hay ni papel para imprimir denuncias,
mientras las víctimas esperan justicia que nunca llega, en Lima los altos cargos se reparten como si fueran un botín de guerra.

Una guerra no por justicia, sino por poder. No por el pueblo, sino por protegerse.

Y al final, ¿quién pierde? El ciudadano de a pie. El que ve cómo entran y salen los delincuentes. El que llora por un ser querido asesinado. El policía que arriesga la vida mientras la Fiscalía hace política.

Esto no puede seguir así. El Perú no necesita más ministerios tomados por mafias. No más justicia hecha a medida. No más operadores políticos con toga. El cambio de ciclo empieza aquí. Porque si no limpiamos la justicia, no hay país que podamos salvar.

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