Era la hora de salida en el colegio Julio César Tello, ubicado en el distrito de Ate Vitarte, al este de Lima. Todo parecÃa transcurrir con normalidad hasta que se escucharon tres disparos en la entrada. Los estudiantes corrieron aterrorizados mientras el profesor de Comunicación Social, Julio Pacheco Pimentel, quedaba tendido en el suelo. Un hombre, aparentemente empleado del Poder Judicial, habÃa preguntado por él en la entrada, logrando asà ingresar al colegio. Una vez dentro, cuando tuvo a Pacheco a su alcance, le disparó. Posteriormente, huyó en una motocicleta conducida por un cómplice.
Ate Vitarte es uno de los catorce distritos que fueron declarados en estado de emergencia por 60 dÃas desde finales de septiembre. A pesar de la visible presencia policial y militar, los asesinatos relacionados con el sicariato y la extorsión no han disminuido, lo que ha generado una creciente sensación de inseguridad que comenzó con atentados contra empresas de transporte. Ese mismo lunes, pocas horas después del asesinato del profesor Pacheco, un conductor de la empresa Urano Tours fue atacado a tiros desde una moto en Comas, otro distrito que ha recibido un despliegue excepcional de soldados y policÃas.
La situación con la delincuencia, las extorsiones y el sicariato no dan para más. Pero la preocupación caviar es utilizar la ley contra el crimen organizado para atacar y perseguir a los lÃderes polÃticos, mientras la población, incluidos niños dentro de un colegio, tienen que apreciar balaceras que parecen de pelÃcula.Â
El problema es que no es ninguna pelÃcula, esta es la realidad real, la de la gente que pide a gritos un cambio.