En el Callao, el crimen se dispara, los servicios no funcionan y las calles parecen tierra de nadie. Pero en la Municipalidad, la cosa va viento en popa. ¿Por qué?
Porque la plata no va para el pueblo, va para engordar planillas.
En los últimos tres años, la Municipalidad del Callao la cual duplicó su presupuesto para personal: pasó de S/52.7 millones en 2019 a S/111.9 millones en 2024, lo que representa un aumento del 112.2%, mientras la inseguridad sube, la limpieza baja y los vecinos siguen esperando obras que nunca llegan.
¿Contratan más gente para mejorar el servicio? No. Contratan operadores, amigos, recomendados.
La municipalidad se volvió una agencia de empleo político. Una excusa para repartir favores. Y no es solo el Callao: San Martín de Porres, San Juan de Lurigancho y varios distritos más están igual o peor.
El ciudadano de a pie no ve mejoras. Sigue haciendo cola en postas sin médicos. Sigue caminando por calles llenas de huecos. Sigue sin agua, sin seguridad y sin respuesta.
Pero el municipio sí tiene cómo pagar más sueldos cada mes. Eso sí funciona. Eso nunca se atrasa.
Este modelo está podrido.
Un Estado capturado por alcaldes que piensan en su gente… pero no en el pueblo.
Y mientras tanto, la política se sigue usando para servirse, no para servir.
Por eso el problema no se resuelve con cambiar de alcalde. Se resuelve con un cambio de sistema. Porque si no se corta esta forma de gobernar, seguiremos pagando planillas mientras el país se sigue cayendo.