5 CONDENAS AL DÍA, Y NADIE SE HACE CARGO

Cinco condenas por corrupción cada día. Eso no es una estadística. Es una señal de que el sistema está enfermo. Y que nadie, absolutamente nadie, ha querido curarlo.

Según cifras del Poder Judicial, entre enero y mayo de este año, más de 750 funcionarios y servidores públicos fueron condenados por delitos vinculados a corrupción. Es decir, cinco por día. Todos los días.

¿Y qué pasa? Nada. La noticia dura una hora. Luego sigue la cola en EsSalud, los colegios sin baños, la coima, millones de peruanos sin agua, mientras los corruptos se llenan los bolsillos.

El verdadero problema no es cuántos son denunciados. Es cuántos siguen en sus puestos, cuántos son protegidos por partidos, ONGs y la mafia caviar, que solo existen para protegerse entre ellos.

En Lima vemos cómo se reparten cargos como si el sistema judicial y el estado fuera una agencia de empleos . Se crean oficinas, asesorías, consultorías. Y el resultado es este: miles de millones perdidos en papeles, mientras los cerros siguen sin agua y los hospitales sin insumos.

El mensaje es brutal: robar no solo es fácil, también es rentable. Porque ni las sanciones sirven como ejemplo, ni las instituciones tienen el valor de cortar el problema desde la raíz.

Cinco condenas al día no son justicia. Son la prueba de que el sistema ya no se sostiene.

El Perú necesita algo más que cambios de ministro o “reformas administrativas”. Necesita un cambio profundo. Porque si no sacamos a los corruptos del centro del poder, lo único que va a cambiar es la excusa.

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